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¿Por qué muchos prefieren los finales felices?
¿Por qué muchos prefieren los finales felices?

Si nos ponemos a pensar en historias de películas o cuentos que hemos leído de niños, nos podremos dar cuenta que en la mayoría podíamos ver como el amor siempre triunfaban o los protagonistas siempre salían victoriosos. Desde ahí, inconscientemente elegimos algo: nos gustan los finales felices.

Sea cual sea, las historias con finales trágicos se quedan clavadas en nuestro corazón, y nos dejan un gran sabor de boca, esto se debe a que la literatura y el cine han sido durante muchos años ese refugio cotidiano donde la mente se distrae, por lo que siempre anhelamos ver historias que nos hagan sentir que en la vida hay esperanza.

Final triste igual a falta de esperanza


Los finales tristes e infelices tienen una particularidad: nos ponen cara a cara con las realidades más amargas la vida. Sin embargo, no es que a todos disfruten que una historia termine con el clásico ‘’fueron felices para siempre’’, pero si nos vamos a la vida real, y más concreto a nuestra vida diaria, es un hecho que todos buscamos tener un final feliz, que nos vaya bien en nuestro día a día.

Las personas quieren disfrutar de momentos de alegría y dicha en todo momento, por eso si vamos de vacaciones, y hay algo que arruine el viaje, como un retraso en el vuelo del avión o en el camión, esa escapada quedará marcada como un desastre. Si algo falla en el último momento, todo el recuerdo de esa experiencia se empaña.

Un final triste arruina la experiencia

Por eso, aunque hayamos disfrutado de una buena película, serie o libro, si el final no es lo que esperamos, en muchas ocasiones lo recordaremos como una mala historia. Algo muy normal es pronosticar que por más adversidades que vivan los personajes, al final todo terminará bien.

Aun con esto, los finales tristes también son necesarios, pues actúan como auténticos desafíos para la mente. Como muchas dicen: hasta caerse de una bicicleta es necesario para aprender a sobreponernos y mantener mejor el equilibrio.

¿Y tú prefieres los finales felices o tristes?