No hay sensación más molesta que sentir un estornudo. Desde el momento que llega con ese cosquilleo, hasta sentir lágrimas en los ojos y terminar con el conocido ‘’¡achú!’’, que al final nos hace sentir una sensación de quedarnos a gusto. Un estornudo es una explosión de aire que nuestro cuerpo hace de manera forzada para que salga a través de la nariz y la boca.
¿Por qué ocurren los estornudos?
Los estornudos son un acto reflejo que nuestro cuerpo realiza por una reacción alérgica, un virus, un cambio de temperatura, e incluso puede ocasionarse por una luz brillante repentina. Todos estos factores hacen que las membranas de la nariz o garganta se irriten, y para deshacernos de esta molestia, nuestro cuerpo saca con fuerza aire de los pulmones.
Cuando estornudamos, además de la salida de aire, la cabeza se mueve hacia delante, lo que ayuda a la expulsión de aquello que irrita la membrana nasal. Además, cerramos los ojos para protegerlos del incremento de la presión que provoca el paso del aire hacia la nariz.
¿Qué factores externos ocasionan el estornudo?
No hay mejor manera de despejar la nariz que un buen estornudo, deshaciéndose de todo aquello que produce algún tipo de irritación o cosquillas. El polen, polvo, suciedad o el humo, son los principales motivos que pueden llegar a irritar nuestras fosas nasales y garganta.
Uno de los reflejos no tan probables pero que ocurren, son los estornudos fóticos, una condición que provoca estornudos incontrolables cuando hay exposición a la luz brillante. Se dice que una de cada cuatro personas tiene tendencias a tener estornudos fóticos.
El reflejo del estornudo comienza cuando los cilios (unas estructuras parecidas a los pelos) de las células de la mucosa nasal detectan las sustancias irritantes. Después, estos receptores envían señales a través de los nervios sensoriales del trigémino al centro del estornudo en la médula lateral de la médula espinal.
Todo esto ocurre para que podamos sentir esa sensación de paz una vez estornudamos.