Los espejos son primordiales en nuestro día a día, pues siempre antes de salir de casa nos vemos en el espejo para ver si nos vemos bien y vigilar a ver su hay un desperfecto en nuestro cabello, pero, quizá nunca te has puesto a pensar por qué es que los espejos reflejan nuestra imagen.
Para entender esto, primero tenemos que entender a las partículas que componen la luz que se conocen como fotones, las cuales viajan a una velocidad constante y vibran en frecuencias distintas según su energía. Dentro de ellas existe el aparto de luz visible, que es aquellas imágenes que podemos percibir.
La luz se mueve siempre en línea recta, y cuando choca contra un objeto puede atravesarlo totalmente si es transparente, atravesarlo parcialmente y es un objeto translúcido o no atravesarlo en absoluto si es un objeto opaco.
Los espejos y su reflejo
Sin embargo, si un objeto está convenientemente pulido, el ángulo con el que se refleja la luz será el mismo en toda su superficie y permitirá ver las imágenes con la misma forma y tamaño que la que tiene el objeto reflejado.
Es aquí cuando entran en juego los espejos, que son una superficie pulida de metal que se encuentra detrás de un cristal, que sirve como protección para evitar que el metal se raye, pues esto provoca distorsiones en la imagen o hace que no se vea tan nítida.
Cuando los rayos de inciden sobre el metal del espejo, este los absorbe y hace que sus átomos se liberen de esa energía extra, expulsando los fotones de vuelta con el mismo ángulo que salieron.
Algo a tener en cuenta, es que el espejo no invierte la imagen en el eje horizontal ni en el vertical, si no en el eje z, es decir, en un espejo nos podemos ver exactamente como nos ve otra persona que se sitúa enfrente nuestro.
Aunque pudiera parecer un acto de magia, los espejos logran transmitir en su totalidad nuestra imagen debido a que su metal se encuentra demasiado pulido, haciendo que sea una réplica exacta de los rayos de luz que llegan a él.