Con el verano acercándose cada vez más, las olas de calor y las temperaturas extremas se hacen presentes en el día a día de numerosos países, y aunque ya conocemos muchas de las advertencias que pueden ocasionar las fuertes temperaturas también existe el ''estrés térmico''.
Este tipo de estrés afecta a las personas por medio de los factores ambientales como la humedad, el viento y la exposición al sol. Cuando hay calor en una zona con ausencia de viento, puede hacer que una temperatura elevada sea aún más perjudicial que en un lugar donde corra el aire con normalidad.
Con humedades por encima del 50% y elevadas temperaturas, el cuerpo pierde la capacidad de disipar el exceso de calor al no lograr transpirar igual, por lo que no puede enfriarse, lo que puede suponer riesgos perjudiciales para la salud.
Variaciones en la temperatura
Es decir, existen distintas zonas geográfica donde el estrés térmico es más riesgoso. Por ejemplo, una temperatura de 37° en una zona cerca de la playa, no es tan calurosa como en una ciudad.
La resistencia al calor de cada persona varía en función de distintos factores, pero cuando sentimos un ''calor seco'', es más probable que experimentemos el estrés térmico, teniendo un cambio en nuestro humor y una fatiga corporal más pronunciada.
Ahora no solo basta con evitar un golpe de calor, sino también cuidar de no ser víctima del estrés por las altas temperaturas.