Seguro alguna vez has escuchado que decimos ''huele mal'' cuando algo nos parece turbio o sospechoso. Aunque pueda parecer un dicho que se hizo popular entre las personas, el olfato es el sentido que se ocupa de detectar y advertirnos de posibles amenazas.
Cuando olemos algo, nuestras neuronas nasales envían señales al bulbo olfativo, una estructura del cerebro que codifica la información. Esta zona tiene la capacidad de detectar y clasificar olores más rápidamente que la vista y el oído.
Es así que los humanos tenemos nervios que detectan olores ''malos'', generando una acción de respuesta física lo más inmediata posible, evitando el objeto que olemos para garantizar nuestra supervivencia.
Respuesta a malos olores
Cuando se trata de un mal olor, siendo un indicio de amenaza o riesgo, la reacción del bulbo olfativo ocurre en menos de medio segundo, teniendo una respuesta rápida para evitar el peligro.
Nuestro sentido del olfato es importante para nuestra capacidad de detectar peligros en nuestra proximidad, pues gran parte de esta capacidad es más inconsciente que nuestra respuesta al peligro generada por la vista y el oído.
Justamente por esta propiedad defensiva del olfato es que se añaden olores desagradables a sustancias tóxicas que naturalmente no tienen olor, como el gas butano y el propano, que además de envenenarnos son inflamables y explosivos.
¡Nuestro olfato siempre está cuidándonos del peligro!