Uno de los principales problemas a la hora de querer tener una vida feliz o plena es la falta de autoestima. Durante la infancia, se reciben muchos comentarios como ''puedes hacerlo mejor'', o ''tienes que llegar a lo más alto'', que calan en la conciencia hasta el punto que de adultos siguen resonando en nuestro interior.
Al ir creciendo se nos enseña que para convivir con los demás es recomendable tratarlos con amabilidad, pero pocas veces se explica que ese mismo principio es válido para el trato con uno mismo.
Cuando una persona se estima y se quiere, es capaz de afrontar los problemas, disfrutar de la vida y entablar relaciones más satisfactorias. Y aunque el quererse es algo que puede parecer fácil, mucha gente es exigente consigo misma y hasta llega a castigarse.
Fortaleza propia
La autoestima depende de la distancia existente entre la vision que se tiene de uno mismo y el ideal que se quiere alcanzar. Si la distancia es grande, si se es muy perfeccionista, la autoestima se resentirá por no llegar a cumplir cierto objetivo o expectativa.
El primer paso para tener una buena autoestima es conocernos a fondo, saber cuáles son nuestros puntos fuertes y cuáles los débiles.
Para comenzar a tratarnos bien, se debe aprender a apreciar las propias cualidades positivas, ser consciente de las habilidades y cualidades corporales, mentales o espirituales y que talentos se poseen en general.
Sin embargo, esta búsqueda puede ser difícil para algunas personas, pues encontramos todo aquello que duele admitir en uno mismo. Cuando se cometen errores, hay que reconocerlos sin caer en la trampa de humillarnos y castigarnos, para una vez admitido el fallo, seguir progresando.
Otra de las claves para tener buena autoestima en evaluar las situaciones sin matices de ''bueno o mal'', ''correcto o equivocado''. Lo cierto es que todo lo que ocurre es relativo, pues una crítica puede resultar de gran ayuda y un fracaso puede enseñar más que el éxito.
Relación con los demás
De igual forma, el autoestima juega un papel importante en las relaciones con los demás. Poseer autoestima implica dar crédito a las propias opiniones y confiar en la intuición, afrontando el riesgo tanto de ser escuchados como de ser rebatidos, pero de ambas experiencias se puede aprender.
La clave está en encontrar el equilibrio entre la necesidad de sentirse valorado dentro de un grupo, y la capacidad para seguir siendo uno mismo, manteniendo la individualidad y la autonomía.
Si queremos tener una vida más feliz, lo importante es quererse a uno mismo, apreciando las propias virtudes y defectos, queriendo nuestro cuerpo y pensamientos con sus imperfecciones.