Tienes hambre, comes algo hasta que te llenas, pero a las pocas horas ya tienes hambre otra vez, probablemente estés comiendo tu comida demasiado rápido.
Al momento de entender de cómo funciona la alimentación existen dos términos importantes: saciedad y saciación. La saciedad es el proceso que se produce tras comer y que hace que no volvamos a tener hambre hasta un tiempo después.
La saciación es el fenómeno que nos conduce a finalizar una comida, la sensación de ''estar llenos'' que hace que no comamos más, por lo que condicionar el tamaño de nuestras comidas.
A partir de nuestras experiencias con la comida nuestro cerebro puede predecir cómo de saciante es un alimento o cuánto tenemos que comer para no tener hambre hasta la hora de cenar.
Sentir y saborear la comida
La estructura del alimento forma parte de las señales sensoriales que afectan a la saciación. Cuando metemos el alimento en la boca, nuestro cerebro empieza mandar señales de saciedad, cuanto más potente sea el sabor y, especialmente, cuanto más tiempo pase el alimento en la boca, más intenso será el estímulo.
Por ejemplo, si comes fruta fresca partida en pedazos, sentirás que te llenas más que si la tomas en un licuado, esto debido a que los líquidos sacian mucho menos que los sólidos.
Volviendo al tema del tiempo, cuando tardamos poco en comer un alimento, ya sea porque llevamos prisa o por lo que sea, nuestro cuerpo produce la sensación de estar llenos, pero muy probablemente al poco tiempo de haberlo consumido síntamos hambre otra vez, ya que no dimos a nuestro cerebro el tiempo necesario de asimilar la comida y saber que tan saciante es para nosotros.
Así que ya sabes, si sientes que a cada rato tienes hambre, puede que no des el tiempo necesario a las comidas de nuestro día a día.