Aunque todos sabemos que utilizar palabras malsonantes es algo que debemos evitar para no sonar grosero y vulgar, la verdad es que forman una gran parte de nuestra lingüística, pues la mayoría de personas utiliza palabras groseras para comunicarse con un grupo de amigos o han liberado el enojo por medio de una.
Es así que se ha encontrado que el lenguaje grosero tiene varias funciones sociales y psicológicas. En contextos informales puede ser para reforzar lazos de amistad o camaradería. Se ha descubierto que el uso de palabras vulgares en un determinado grupo puede aumentar la cohesión grupal y la sensación de pertenencia.
A nivel individual, utilizar palabras malsonantes puede actuar como un mecanismo de liberación emocional, pues decir una palabrota al aire puede ayudar a aliviar el dolor y el estrés.
Estimular emociones
Las palabras ''tabú'', como el lenguaje vulgar, son procesadas por áreas relacionadas con la emoción, como la amígdala, que juega un papel clave en la respuesta del cuerpo al estrés y la excitación emocional, lo cual explica por qué las palabrotas pueden tener un impacto emocional más fuerte que el lenguaje neutral.
El impacto del lenguaje grosero también está influenciado por factores culturales y contextuales. La informalidad de una conversación entre amigos, o en cambio, un entorno profesional, puede determinar la aceptación o rechazo de la palabra malsonante.
Por tanto, en un ambiente de amistad, hablar de mala forma puede ser una señal que te sientes cómodo con la gente de cierto grupo social. La confianza puede disfrazarse de incorreción, por lo que este tipo de lenguaje es un esfuerzo para estrechar lazos.
Las palabras groseras son otra forma más de comunicarse de los humanos, solamente hay que saber cuándo y con quién utilizarlas para evitar problemas con los demás.