Seguro te ha pasado. Estás disfrutando una comida o teniendo una plática con alguien más, y de repente, te muerdes alguna parte del labio o por dentro de la boca.
Aunque el dolor sea considerable y molesto para quejarte y detenerte un momento, lo más molesto de todo esto es que después de unos minutos u horas ¡Otra vez te vuelves a morder en el mismo lugar!
¿Por qué ocurre esto y es algo más normal de lo que parece?
Cuando te muerdes el labio, lo primero que ocurre es un daño al tejido, provocando una inflamación inmediata, una respuesta natural del cuerpo para proteger la zona lesionada y comenzar el proceso de curación.
Aunque la hinchazón de la zona afectada es mínima, suficiente para alterar la percepción que tiene el cerebro de la percepción de la boca.
El cerebro está acostumbrado a una forma específica del labio, y cuando esta cambia, aunque sea mínimamente, la capacidad para evitar morderte esa zona se ve comprometida.
Nuestro cerebro tiene una increíble capacidad para adaptarse y evitar el daño, pero esta adaptación puede jugar en nuestra contra en situaciones como esta.
El cerebro, al enfocarse demasiado en evitar la lesión, puede en realidad estar dirigiendo tus movimientos de manera que aumente la probabilidad de que te muerdas nuevamente.
Este fenómeno es conocido como "ironía del control", donde el esfuerzo consciente por evitar un error hace que el error sea más probable.